martes, mayo 09, 2006

QHAPAQ ÑAN Y VIAS ROMANAS

EL INCA HUAINA QHAPAQ

La vía publica y la creación de un paisaje imperial: el Qapac Ñan y las calzadas romanas
Catherine Julien

Los españoles que arribaron a los Andes en el siglo XVI comparaban las obras públicas edificadas por los Incas con las obras del imperio mediterráneo que más se preocupaba con el mismo género de obras: el imperio romano. Y no siempre llevan la ventaja los caminos romanos. Leemos lo que decía Cieza de León, un soldado español que viajaba por el Qapac Ñan en 1548-1550:
Creo yo, que, desde que hay memoria de la gente, no se ha leído de tanta grandeza que tuvo este camino, hecho por valles hondos y por sierras altas, por montes de nieve [section with snow covered mountains], por tremedales de agua [causeway] y por peña viva [along a cliff?] y por juntos a ríos furiosos [by rivers?]; por estas partes iba llano y empedrado [paved section], por las laderas bien sacado, por las sierras deshechado, por las peñas socavado, por junto a los ríos sus paredes, entre nieves con escalones y descansos, por todas partes limpio, barrido, descombrado, lleno de aposentos, de depósitos de tesoros, de templos del sol, de postas que había en este camino. ¡Oh! ¿Qué grandeza se puede decir de Alexandre, ni de ninguno de los poderosos reyes que por el mundo mandaron que tal camino hiciesen, ni inventasen el proveimiento que en él había? No fue nada la calzada que los romanos hicieron, que pasa por España, ni los otros que leemos, para que con este se comparen (1967 [c.1554], pp. 213-214).
Cieza es un testigo de vista. Apunta exactamente la razón por la cual el Qapaq Ñan llevaba la ventaja a los caminos que un europeo del siglo XVI conociera: los Incas tenían la misma tendencia hacia el monumentalismo como los romanos pero llevaron a cabo sus obras en un espacio sumamente accidentada. Cuando se acordara a las dificultades que tuvo Aníbal en cruzar los Alpes, cualquier Español del siglo XVI se hubiera quedado al conocer el sistema de caminos incaicos. La red de caminos edificados por los Incas transitaba la cordillera de los Andes, desde Quito hasta Chile Central [Inca road map], subiendo cuestas con tramos empedrados o con gradas, cruzando ríos con puentes de suspensión o flotantes, transitando bahías con calzadas de champa (tepe) con sus puentes para que circule el agua. Y lo que quizás más motivó la admiración de Cieza: el orden que se usaba en proveer y mantener el camino, los aposentos y depósitos, la limpieza.
La descripción de Cieza mantiene frente a nuestros ojos la grandeza del Qhapac Ñan. Hoy tenemos que recurrir al testimonio de la arqueología para confirmar lo que Cieza podía ver. Su descripción de la red de caminos edificados por los incas nos dirige a la comparación con las calzadas romanas. Miramos con otras ópticas en el siglo XXI, y hoy quiero tratar el tema de cómo las vías públicas principales servían para crear un paisaje imperial, en ambos imperios.
Aunque uso la palabra “imperio”, no me refiero al “imperium” en el sentido que se usaba por los romanos, sino para referirme al dominio que un estado logra tener sobre un espacio grande, mediante la fuerza o lo amenaza de fuerza. Quiero comparar lo que hicieron los Romanos entre el tercer siglo antes de Cristo y el primer siglo después. De hecho, la expansión romana empieza efectivamente en la época de la República, dos siglos antes de la época Imperial, propiamente dicho. Es así que Roma era la metrópolis de un imperio en Italia aún antes de lo que se llama la “época Imperial”, entre comillas. En esta presentación tomaré en cuenta más de tres siglos de la historia romana, empezando con la construcción de la Via Appia en 312 antes de nuestra era y terminando con la época del Augustus, en 14 de nuestra era. Solamente trataré un siglo de la historia, pues su curso fue cortado después de un siglo por la hueste de Pizarro en 1532 (CRONOLOGIA).
El proyecto romano tiene un trayecto histórico más largo que el proyecto incaico. Durante de el lapso de tres siglos varios personajes llevaron a cabo proyectos importantes, como p. Ej. Appius Claudius, Flaminia, xxx. En el caso incaico solamente encontramos un personaje sobresaliente: el Inca Pachacuti, el primero de los Incas que usó la construcción de las vías públicas como pieza importante de la organización del territorio. Podríamos hablar en más detalle de la historia de la expansión de las redes de caminos en ambos casos, pero el tiempo apremia. Solamente haré un resumen breve de los rasgos más importantes de ambos sistemas, llamando la atención a lo que destaca el Qhapaq Ñan.
Empiezo con los romanos. El camino de Appius Claudius, la Via Appia, se hio entre 312 y 308 antes de Cristo. Se dirigía a Capua, y pasaba por los pantanos del litoral antes de llegar a la colonia romana de Terracina [MAPA]. Simbólicamente, este camino sirvía para demostrar el poder de Roma a sus aliados en Capua. No sirvía para unir núcleos urbanos formados, sino que su curso corría derecho hacia donde se quería llegar. Su monumentalismo y su trayecto derecho simbolizaban la permanencia de los romanos en la región, además del poder que tenían para mobilizar recursos y transformar el paisaje.
El próximo proyecto monumental de los romanos demoró un siglo en realizarse. La Vía Flaminia se hizo alrededor de 220 antes de Cristo por Gaius Flaminius, un tribunal de los plebeyos. Primero fomentó a un ley para distribuir tierras en el litoral adriatico en 241 antes de Cristo, y luego inició la obra del camino. La Vía Flaminia sirvió para consolidar el laso entre la ciudad de Roma y las colonias latinas recién establecidas en el litoral adriatico, pero al mismo tiempo que se hizo el camino se difinió una nueva región, llamada “Umbria”. Este camino puso una fuerte estampa romana sobre el paisaje de la mitad norte de Italia central. La Vía Flaminia también sería la ruta de conquista para la expansión de Roma hacia Francia en la época imperial.
El próximo proyecto monumental se hizo alrededor de 187 antes de Cristo. Luego de tener problemas con la población local, se hizo la Via Aemilia entre Rimini y Placentia. Esta vez se repartieron tierras a colonos, luego de la construcción del camino. Este camino es notable por su rectitud sobre un curso largo.
En general, los caminos romanos sirvían para ligar colonias latinas con Roma. Dieron una nueva definición al paisaje de Italia, con Roma en el centro [MAPA]. La creación de un paisaje imperial fue un paso importante hacia la unificación de Italia, que se iba avanzando, sobre todo luego de una guerra interna, la llamada “Guerra social”, en 91 antes de nuestra era. Cada vez más Italia vino a ser un espacio cultural romano.
El desarrollo por los romanos de una red de caminos tenía repercusiones fuertes sobre la economía de la peninsula. La red de caminos tomaba en cuenta la planificación de colonias pero también dejaba espacio para que se desarrollara una infraestructura para surtir las necesidades de los viajeros. La red estimulaba el contacto entre Roma y el resto de Italia. Los mercados o “fora” que se extendían por la red de caminos fueron generados por las actividades comerciales relacionados con el desarrollo del sistema de transporte, pero no fueron planificados por el estado. (Quizás por eso Cieza quedaría tan impresionado por el “el proveimiento” relacionado con el Qhapac Ñan). El estado todavía tenía que ocuparse con la mantenimiento y mejoramiento de los caminos, debido a los daños causados por el tránsito de cargas pesadas y por el uso de bueyes y mulas. En parte por el costo de mantener los caminos, el sistema de transporte se aprovechaba de las vías fluviales y puertos del mar mediterráneo. No obstante este vínculo, una vez que el viajero entraba la red de Via Romanas, entraba un paisaje culturalmente romano, con sus colonias, paisajes, monumentos y mercados, el centro del cual era Roma.
Ahora consideramos el caso andino. El primer Inca que se dedicó a construir un camino a gran escala fue Pachacuti, el noveno Inca de la lista genealógica (LOS ULTIMOS TRES INCAS). La obra se vinculaba con una campaña militar en la región de los Soras (MAPA). Juan de Betanzos, en una historia incaica escrita en 1551 a base de fuentes cuzqueñas, dedica más espacio a la construcción del camino y puentes que se hicieron para cruzar los ríos caudalosos entre Cuzco y Soras (PUENTE SOBRE EL APURIMAC O PAMPAS) que a la campaña militar. El acercamiento del ejército incaico siempre significaba una amenaza a la autonomía de un pueblo, pero al mismo tiempo la mobilización de mano de obra para hacer obras de ingeniería impresionantes demostraba la capacidad del imperio naciente para realizar proyectos. Sabemos que la diplomacía conducida sobre la marcha resultaba en el engrandecimiento del ejército mismo, y la fuerza resultante era aún más capaz de realizar obras impresionantes.
Fuera de lo que cuenta Betanzos acerca de las primeras campañas de Pachacuti--cuando está describiendo la creación de las instituciones del imperio naciente--no hay información precisa acerca de la construcción de otros caminos. Solamente podemos decir que la red fue obra de los últimos tres Incas. El genio parece haber sido Pachacuti, pero sus herederos y parientes más cercanos seguían con la política de desarrollar una infraestructura de puentes y caminos al mismo tiempo que sometieron los pueblos andinos al dominio cuzqueño.
Aunque son escasas las referencias a la obra del camino principal incaica existe una fuente preciosa que relata las conquistas de Thupa Inca, un documento procedente del Archivo Documental del Cuzco, y publicado por John Rowe. Durante de la vida de su padre y luego de su muerte, Thupa Inca extendía el dominio del Cuzco hasta Quito en el norte y “Chile” (la región de Santiago) en el sur. En el documento se refiere al imperio incaico como el espacio entre Quito y Chile, que fue una manera común de describirlo en los documentos de la colonia temprana.
Aunque la extensión del dominio del Cuzco requería el traslado de poblaciones del núcleo del imperio a regiones lejanas, no hay una relación estrecha entre las colonias que resultaron y la red de caminos. En el caso de los romanos, los soldados que sirvían en las campañas romanas recibieron tierras en colonias como recompensa para su servicio. En el caso de los incas, las poblaciones de la región alrededor del Cuzco fueron reclutados para las campañas incaicas, y también fueron elegidas para quedarse en las provincias conquistadas como colonos o mitimas. Por ejemplo, pueblos de la región de Acos, Papres y Chilques, al sur del Cusco, permanecían en la región de Ayacucho, que fue conquistado o sometido durante de la campaña de Soras. En ambos casos, no se trata de beneficiar la élite incaica ni romana sino el común del núcleo del imperio, en el caso de los incas, la región alrededor del Cusco y en el caso de los romanos, de Italia. A pesar de diferencias evidentes entre los dos estados, ambos mostraban ciertas tendencias populistas que beneficiaban las poblaciones nucleares del imperio.
Las diferencias más importantes entre la red incaica de caminos y las calzadas romanas se encuentran en las diferentes formas usadas para abastecer a los viajeros. Las vias principales (MAPA DE LA VIA FLAMINIA, APPIA ETC.) de los romanos se dirigían a colonias latinas en la península. Vinculaban estas poblaciones con Roma, reforzando los lazos culturales entre ambos polos y contribuyendo a la divulgación de la cultura romana por toda la península. Pero al mismo tiempo, dejaban un espacio para el desarrollo del comercio por el largo de la red de caminos. En el caso de los caminos incaicos, no hubo un vínculo fuerte con colonias. Más bien, a cada cierta distancia los Incas desarrollaban centros urbanos donde se juntaban grupos diversos de las regiones alrededores. Según Betanzos, estos centros fueron apartados por una distancia llamada un Xuco Guaman o “vuelo de falcón”, de 40 leguas o 200 km. Estos centros eran tambos o asentamientos para la gente de guerra y los cargadores que trasladaban los bienes del estado, con depósitos para las comidas y hatos de ganado que se precisaban para surtir a sus necesidades. Estos centros incaicos fueron concebidos como “otros Cuscos”, donde se desarrollara un paisaje sagrado con algunos de los mismos rasgos del paisaje alrededor del Cusco, posibilitando la realización de las fiestas más importantes del calendario incaico, como Capac Raymi. Estos centros conducían a la divulgación de una cultura imperial, la difusión de la lengua incaica y la circulación bienes de prestigio como tejidos, objetos de metales y cerámica.
Quiero volver un momento a lo que escribió Cieza de León acerca del “proveimiento” de los caminos, porque es en este campo que más se destaca el sistema incaico. No solamente se desarrollaban centros administrativos a cada 40 leguas, sino se instalaban un sistema de postas, los correos llamados chasquis, a cada 4 leguas (o 20 km), que facilitaban la comunicación. Estas instalaciones eran planificadas por los incas, pero las obras fueron realizadas mediante técnicas, recursos y mano proveidas en las mismas provincias. Aunque cada provincia tenía un Inca del linaje dinástico como gobernador, el personal que sirvía para administrar la recolección de materiales para los tambos y postas, y en su mantenimiento y limpieza, era de la provincia misma. Pienso que fue la organización del abastecimiento del sistema de caminos que más impresionó a Cieza, sobre todo porque esto se hacía en plena cordillera. El sistema de tambos y postas implicaba un nivel de planificación, coordinación, y control que no caracterizaba los sistemas de comunicación en el mundo del mediterráneo.
Esta es, pienso, la gran diferencia entre las dos sistemas de caminos (OTRA VEZ LA RED DE CAMINOS) Ahora quiero volver al tema de las semejanzas. Ambos imperios usaban la construcción de caminos para mostrar su dominio sobre el paisaje mismo. Por ejemplo, en ambos casos la traza de los caminos era recta, y en lo posible, se procuraba no desviarse de su curso derecho sino en lo necesario. Como las rutas de las autopistas modernas, los caminos imperiales tomaban nuevas rutas, así evitando la necesidad de conformarse con las rutas y núcleos urbanos que obedecía necesidades locales.
Los dos imperios se asemejan también en la relación visible entre las vías públicas y la traza de campos de cultivo vinculadas con poblaciones imperiales. En el caso romano, el proceso de distribución de terrenos a los centurias que habían servido en campañas militares, se vinculaba de cierta manera con la construcción de los caminos. Esto se veía alrededor de las colonias latinas. Podemos ver la misma tendencia en la región más cercana al Cusco, por ejemplo en la Pampa de Anta, Zurite, o Limatambo. En el caso de los Incas, esta reformación del paisaje incluía no solamente a los campos de cultivo o chacaras, sino también a sistemas de andenes o terrazas que también daban una estampa incaica al paisaje.
Se encuentra otra semejanza en la equivalencia establecida por ambos imperios entre el territorio suyo y el mundo conocido. Hace una semana asistí un simposio en la Universidad de Brown, en Providence, Rhode Island, en que una investigadora israelí hizo una presentación sobre la conceptualización del imperio romano en la obra del geógrafo Strabo. Su mapa es del año 18 de nuestra era (MAPA DE STRABO). Strabo, un griego como los otros geógrafos de la época, muestra muy bien que el espacio dominado por los romanos coincidía en gran parte con el mundo conocido.
Tahuantinsuyu también fue definido como el mundo conocido. Dejo hablar al Inca Titu Cusi, uno de los descendientes de los Incas que conservaban su autonomía en la provincia de Vilcabamba, y que escribía en 1570. Su descripción parte del Cusco:
que es el çentro y cabeça de toda la tierra, y por esto y por estar en el medio se nonbrauan mis antepasados puestos alli, por ser su çepa, señores de tauantinsuyo, que quiere dezir señores de “las quatro partidas del mundo”, porque pensaban de çierto que no auia mas mundo que este.
No tenemos un mapa prehispánica que representa este espacio.[GUAMAN POMA MAPAS] Estos mapas son de mano de Felipe Guaman Poma a fines del siglo XVI y principios del XVII. Guaman Poma no era un Inca, pero representa a Tawantinsuyo desde una perspectiva no europea. El imagen de la izquierda es de 1590, de un manuscrito de la obra de Martín de Murúa hallada en Ireland. Se nota el arreglo de los cuatro suyos con Cusco en el centro, todos unidos por los cuatro caminos de Tawantinsuyo. Los suyos mismos están representados por íconos que son representaciones estilizadas de ciudades españolas. Al fondo está la sierra. El imagen de la derecha es el mapamundi de su propia obra de 1615. Algunas diferencias son evidentes. Ahora está dibujando mares y ríos, ubicando varias ciudades en cada suyo, y usando otras convenciones de mapas europeas, por ejemplo la representación de sirenas y monstruos en las regiones periféricas. Guaman Poma está aprendiendo otras formas de representación. [MAPA MUNDO PONTIFICAL] Pero no olvide a las suyas: aquí hay una representación de Castilla y Tawantinsuyo en un solo mapa que acomoda los dos reinos a conceptos andinos de orden y jerarquía.
Son diferentes las maneras de dibujar “el mundo conocido”, y hay diferencias en la manera de conceptualizar el espacio también. La conceptualización incaica de Tawantinsuyo está directamente vinculada con el camino principal de la sierra. Ahora, en el tiempo que me queda, quiero volver brevemente al tema que presenté en la Quinta reunión del Qhapac Ñan, realizado en Quito el año pasado.
Tanto Betanzos como Guaman Poma encierran en sus narrativas una definición del territorio andino en dos mitades. Es evidente de la descripción de Betanzos que el eje del sistema era el camino principal de la sierra. Betanzos se refiere por primera vez a esta conceptualización cuando describe el poblamiento del mundo desde el sitio de Tiahuanaco. [MAPA DE TAWANTINSUYO] Un dios criador llamado Contiti Viracocha mandaba sus ayudantes a ir a buscar lugares de donde luego saldrían los primeros pobladores de cada provincia. Se fueron ellos, y Contiti Viracocha permaneció Tiahuanaco con dos ayudantes. La definición del espacio está evidente en lo que cuenta acerca de la ruta tomada por este Viracocha y sus ayudantes para llamar a los pobladores a que salgan de los lugares señalados. Según Betanzos:
[El Contiti Viracocha] enbio el vno por la parte y prouinçia de Condesuyo, que es, estando en este Tiahuanaco, las espaldas do[nde] el sol sale, a la mano yzquierda, para que ansi, ni mas ni menos, fuesen a hazer lo que auian ydo los primeros, y que ansimismo llamasen los yndios y naturales de la prouinçia de Condesuyo.
Y que lo mismo enbio el dicho por la parte y prouinçia de Andesuyo, que es a la otra mano derecha puesto en la manera dicha, las espaldas hazia do[nde] el sol sale.
Y estos dos, ansi despachados, dizen que él ansimismo se partio por el derecho de hazia el Cuzco, que es por el medio de estas dos prouinçias, viniendo por el camino real que va por la sierra hacia Caxamalca
Primero fijense en la división implícita en mitades—definidas en relación con el cuerpo humano y el camino del sol. Las mitades están a la mano derecha y la mano izquierda, y el eje se define como un camino derecho entre Tiahuanaco y Cuzco. Esta división en mitades es propia de la región del Lago Titicaca. Estas mitades se llamaban Urcosuyo y Umasuyo en términos locales. Contiti Viracocha tiene rasgos de un dios solar.
Betanzos menciona esta división dos veces más, ambas veces con referencia a la marcha de un ejército: en el primer caso cuando describe la marcha del ejército Chanca sobre el Cusco en víspera de la expansión imperial cuzqueña; y en el segundo, cuando describe el retorno del ejército del Inca Pachacuti al Cuzco luego de la campaña de Soras. Tanto el general Chanca como el Inca Pachacuti mandan que un capitan suyo haga un curso paralelo al suyo pasando por el territorio a su mano derecho, mientras que otro capitan haga lo mismo por el territorio que queda a mano izquierda. Ambos el general Chanca y el Inca Pachacuti viajan derecho hacia el Cusco, tomando el camino central, Bueno, es dudoso que haya un camino paralelo al camino principal de la sierra por el lado izquierda. Pienso que, a lo más probable, la descripción es una metáfora que representa a las actividades de los seres más poderosos de la tierra como si fuesen dioses solares.
Con esto se acaba mi presentación. Luego de cinco siglos, podemos apreciar la obra incaica por lo que comparte con otra gran cultura que compartía sus tendencias monumentalistas, la cultura romana. Al mismo tiempo, podemos apreciar aspectos de su obra que quedaran profundamente andina.







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